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sábado, 25 de febrero de 2012

One-shot: Niebla en sepia

La cabeza le dolía horrores. El Engineer de RED abrió los ojos lentamente, al principio confuso, sobre todo cuando le pareció que en el suelo había colores más cálidos. Al menos, hasta que se dio cuenta de que no tenía puestas las gafas protectoras. Con cuidado alzó la cabeza, comprobando que tampoco llevaba el casco al sentirla más ligera. Poco a poco, fue comprobando que se encontraba en una especie de pequeño almacén de madera, pero completamente viejo y vacío. Las ventanas estaban selladas con gruesos tablones de madera, dejando pasar delgados haces de luz a través de las grietas y separaciones, de manera que el lugar se encontraba suficientemente iluminado para poder abarcarlo con la mirada, y a la vez oscuro para darle a todo un tono más irreal e incluso antiguo, en tonos sepia. Intentó llevarse una mano a la cabeza dolorida, y fue cuando notó que estaba maniatado. Se encontraba sentado e inmovilizado en una silla, con cuerdas atadas tanto a sus tobillos, como a las muñecas tras su espalda:

-Vaya problema… -Murmuró para sí.

No era algo que pudiera resolverse con una ecuación, al menos en principio. Comprobó la firmeza de las ataduras, y tuvo que reconocer que se encontraba ante un buen trabajo. Necesitaría tiempo para pensar en cómo salir de la situación en la que se encontraba:

-Parece que ya has despertado…

El Engineer alzó la mirada azul hacia el origen de la voz, y se encontró, de espaldas a él y al fondo, al Spy de BLU. Frunció el ceño, aunque no dijo nada, a la espera. Por su parte, el de traje azul se tomó su tiempo para encenderse un cigarro, llevárselo a los labios, darle una profunda calada y, finalmente, volverse con una sonrisa hacia el tejano:

-Empezaba a preocuparme. Creí que la explosión había sido demasiado fuerte.

¿La explosión? Cierto… Había sido la explosión la que lo había debilitado y atontado. Lo siguiente que recordó fue al Pyro de su equipo recogerle, pasar un brazo del mecánico por encima de sus hombros y llevárselo lejos del campo de batalla. En ese momento se había desmayado. No obstante, su menté comenzó a trabajar, y no tardó en sacar conclusiones:

-Tú eras aquél Pyro…

El Spy asintió:

-Así es. Fue una buena forma de llevarte conmigo sin levantar sospechas.

-¿Y por qué lo has hecho?

El Engineer le miró de forma inquisitiva. Varias teorías pasaban por su cabeza, pero no tenía aún suficientes datos para decantarse por alguna en concreto:

-Ah, la pregunta…

El de traje se aproximó sin mirar directamente a su rehén, mientras sacaba el pitillo de su boca y soltaba humo de nuevo. Se detuvo:

-Es algo… Complicado. Pero necesitaba garantizar nuestra privacidad, y poder hablar tranquilamente. Lo siento por las ataduras, pero… Tengo que asegurarme de que me vas a escuchar, en vez de atacarme sin dejar opción.

-Oh, qué amable… Supongo que he de darte las gracias. –Respondió el de RED, imprimiendo un deje sarcástico a su tono de voz, en general, suave.

El enmascarado le miró a los ojos, y suspiró. Caminó hacia una de las ventanas, y apoyó el hombro en el marco, oteando a través de una de las rendijas:

-Entiendo tu desconfianza. Pero esto no se trata de negocios. No puedo retrasar esto por más tiempo… Necesito hablar contigo, y a solas.

-¿Que no son…? –El Engineer enarcó una ceja, sin apartar la mirada azul de la figura del Spy. Aún siendo enemigos, o precisamente por eso, se conocían desde hacía tiempo, y sabía que asesinaba y engañaba por puro trabajo. Que lo disfrutara o no, era otra cosa. Pocas habían sido, no obstante, las veces que se habían encontrado fuera del campo de batalla, y no habían peleado entonces. Claro que tampoco se habían hecho íntimos amigos, precisamente. Por eso, le sorprendía esa actitud:

-¿No va a ser esto entonces un interrogatorio o una tortura?

-No… Al menos, no es mi intención.

El Spy se alejó de la ventana, y el Engineer buscó con la mirada la del enmascarado. Ambas se cruzaron, azul con azul, y el tejano sintió nervios. No de miedo, al menos no exactamente, sino una extraña y antagónica mezcla entre evasión y atracción. Le ponía tense sostenerle la mirada, pero… Al mismo tiempo, le atraía irresistiblemente. Era hipnotizante, casi como la de un gato. El contacto visual no se mantuvo mucho tiempo, y pronto el de azul desvió la mirada:

-Esto te resultará extraño, puede que incluso violento… Tan sólo te pido que me escuches hasta el final. Luego toma la decisión que desees.

-Je… ¿Acaso tengo otra opción? Estoy atado, después de todo.

El de BLU volvió a mirarle a los ojos, e inspiró por la nariz:

-Tomaré eso como un sí, entonces.

Comenzó a caminar por la estancia, fumando de modo que al Engineer se le antojó nervioso:

-¿Sabes? Aunque pueda parecer lo contrario por mi origen francés, no soy exactamente un romántico. Nunca he creído en eso del amor a primera vista. Y sigo sin hacerlo.

Le dio una nueva calada al cigarrillo, mientras el Engineer sentía su corazón empezar a latir de forma acelerada, en una perfecta y duradera, pero al mismo tiempo, frágil maquinaria. Incluso él, que era de puras ciencias, intuía por dónde quería ir el Spy, si bien no las tenía todas consigo. Tragó saliva:

-No estoy seguro… de saber a dónde quieres llegar.

-Por favor, no he terminado.

La respuesta fue breve, pero no cortante. Una calada más profunda, y acabó tirando la colilla al suelo. Se volvió entonces, aparentemente más tranquilo, y comenzó a aproximarse a la silla:

-Soy consciente de que, a pesar de llevar tiempo luchando, apenas nos conocemos realmente. De que no hemos hablado apenas fuera de combate, más allá de aquella tarde en la cafetería, y de que somos enemigos. Pero…

Alcanzó al Engineer, colocándose a su lado sin mirarle, y apoyó suavemente una mano enguantada en su hombro:

-¿Recuerdas aquella tarde? Una simple conversación, circunstancial para ti… Pero a mí me fascinó tu inteligencia, tu voz…

El de RED le sintió tragar saliva, y se sintió tentado de imitarle, mientras su propio corazón latía con todavía más fuerza. Entrevió de reojo al de BLU acuclillarse, y los dedos envueltos en tela ardieron en contacto con su mejilla. Se volvió de un sobresalto, y sus ojos se toparon con los del Spy:

-Desde entonces, y cada vez más… Sólo deseo poder conocerte mejor, poder…

Se silenció, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. Pero sus iris azules lo decían todo. El Engineer se quedó paralizado, con las mejillas ardiéndole e incapaz de articular palabra. No fue hasta que vio el rostro del espía aproximarse despacio al suyo que su cuerpo actuó como un resorte, y se echó hacia atrás, presa de un irracional miedo:

-¡Espera…!

El Spy retrocedió también, sorprendido. Sostuvo la mirada un poco más, en silencio, hasta que la desvió, claramente dolido. Gesto que no tardó en disimular con una sonrisa conformista:

-Debí imaginarlo…

Con una mano se abrió un poco la chaqueta, y la otra se metió en el bolsillo interno, para extraer de éste su mariposa. La giró entre sus dedos, con la habilidad propia de la práctica, y la abrió, descubriendo su filo. La mirada del Engineer se volvió alarmada:

-¿Qué vas a hacer?

No recibió respuesta, sino que el Spy descendió el arma hacia una de las piernas del de RED. Éste se tensó, esperando recibir un tajo, pero a sus oídos llegó el sonido del cortado de cuerdas, y las que ataban uno de sus tobillos no tardaron en aflojarse y ceder. Se repitió el proceso con la otra pierna, y el enmascarado se enderezó, ante la atónita mirada del tejano:

-Spy…

El aludido permaneció mudo, rodeando la silla, y cortó los cabos que inmovilizaban sus muñecas para dejarle libre. El Engineer se masajeó la zona, y se puso en pie, para volverse hacia el Spy, el cual se dirigió de nuevo hacia la ventana, dándole la espalda:

-Ya he terminado, y tengo su respuesta, así que no tiene sentido que te siga reteniendo. Yo… Lo siento.

El de RED se pasó una mano por la calva y la nuca, sin decir nada. El Spy tampoco se volvió. Prendió fuego a un nuevo pitillo, y le dio una calada:

-La puerta está abierta, y tus cosas fuera, completamente intactas. Puedes irte cuando quieras… No voy a impedirlo.

Su tono de voz parecía volver a ser el habitual, pero no se giró en ningún momento. Los pasos del Engineer sonaron en el suelo de madera, y el enmascarado cerró los ojos al sentir la puerta abrirse y cerrarse. Suspiró:

-J’ suis un idiot…

Una nueva calada, con el pulso ligeramente tembloroso. Se lo tenía que haber esperado, era el resultado más probable… Pero, aún así, le dolió más de lo que quería admitir, incluso a sí mismo. ¿Cómo pudo enamorarse de un enemigo? Además, uno que tenía más motivos para odiarle.

No se esperó sentir de pronto una mano fuerte en su cintura, y la otra subirle parte de la máscara hasta descubrirle un costado del cuello. Antes de poder reaccionar, unos labios se posaron cariñosamente sobre su piel, haciendo al francés soltar un suave suspiro:

-Nunca me pareció una conversación circunstancial. De hecho, me sorprendió tu inteligencia y buen gusto.

El de BLU sintió arder y enrojecer su rostro, y se volvió para encararse al de RED:

-Creí que me habías rechazado…

El tejano sonrió, dejando entrever sus dientes blancos:

-Reconozco que me pillaste por sorpresa. En serio, no me lo esperaba. –Descendió ambas manos a las caderas del Spy, sujetándole con firmeza, sin dejar de mirarle a los ojos- Además, no tengo experiencia en este tipo de cosas. Ya sabes… Soy más de ciencias.

El Spy sonrió de forma entre suave y divertida, y alzó una mano a la mejilla del Engineer:

-Por eso no te preocupes… -Susurró- Puedo enseñarte.

La otra mano del enmascarado subió a la nuca de su, ahora, amante, y sus rostros volvieron a aproximarse, esta vez para fundirse los labios en un largo y sentido beso.

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